EL
ENCANTO DE LA RUTINA...
El final
del verano se acerca y la rutina comienza a inundar septiembre. Rutina, esa
palabra que asociamos a aburrimiento, días grises, prisas... Sin embargo; si
ponemos a Dios en el centro de nuestra vida, Él romperá nuestra rutina y nos
mostrará caminos nuevos, maneras distintas de hacer "lo de siempre", nos dará ojos nuevos para mirar lo mismo
que vimos ayer...
Si
estamos dispuestos a salir de nuestra comodidad y a dejarle que rompa nuestros
esquemas, Dios nos enseñará a convertir los actos cotidianos en momentos
trascendentes.
Disfrutemos
de la vuelta al día a día, de las oportunidades que se nos ofrecen y,
especialmente, de la rutina de Dios: amarnos sin medida las 24 horas los 365
días del año.
Lectura del Santo Evangelio según
San Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una
mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada
María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se
multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
"Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio?
Dile que me eche una mano." Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta,
andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha
escogido la parte mejor, y no se la quitarán."
Palabra de Dios
Para reflexionar y
compartir:
- ¿Dónde busco y encuentro a Dios en mi día a día?
- ¿Cómo puedo integrar a Dios en todas mis actividades?
- ¿Siento que Dios puede tener nuevas propuestas para mi vida?
ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
25 AÑOS JUCAR EN LA PROV. BÉTICA
¡Oh,
Señor, todo lo que tú haces está bien!
Te damos
las gracias por el camino que hemos recorrido juntos, durante estos 25 años
vividos.
Saliste a
nuestro encuentro y tu presencia nos impulsó a caminar en esperanza.
Has sido
para nosotros, a la vez, el camino y el compañero de camino: ¡cuántos rostros,
sueños, sonrisas, miradas, gestos, momentos de oración y compromisos te han hecho presente en
nuestra vida y nos han hablado de Ti!
Tú has
sido el principio y el fin de cada jornada, de cada encuentro, de cada curso y
celebración.
Tú, la
razón de nuestra vida y el motor de nuestra historia, continúas abriéndonos
horizontes nuevos de entusiasmo y generosidad.
Gracias
por habernos llamado al Carmelo y habernos hecho parte de esta gran familia.
Queremos
vivir nuestra fe en comunión con la Iglesia y al servicio del Reino de Dios.
Tu Madre,
la Virgen del Carmen, nos ha acompañado en todo momento y ha velado por cada
uno de nosotros. Como ella, deseamos hacer siempre tu voluntad y, así,
comunicarte al mundo para que, los que no te conocen, te conozcan, los que se
hayan alejado de ti se acerquen con alegría y los que viven sin esperanza
encuentren en tu Evangelio la razón y el fundamento de sus vidas.
¡Gracias,
Señor,…!

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