jueves, 19 de septiembre de 2013

UNA ETAPA EN LA VIDA QUE RECORDAR



Como en todo final de una etapa, es entonces cuando te preguntas que ha significado para tu vida, que te ha aportado y que recuerdos guardaras de esa parte del camino que es tu vida. Los años en campamentos de Region Ibérica son sin duda una etapa en la vida que recordar, que aporta numerosos valores como persona y que puede incluso significar el principio de un nuevo camino que recorrer.
Aun recuerdo mi primer campamento en Pirineos como si fuera ayer, mi primera parada, en donde por primera vez fui consciente de la unión de todas y cada una de las personas de la familia de la cual formo parte desde entonces. Me refiero por supuesto a la familia JuCar (Juventud Carmelita). De Pirineos se puede destacar su aislamiento del mundo; si bien puede parecer a primera vista una desventaja, la posibilidad de desconectar del mundanal ruido nos permite llegar a uno de los valores carmelitas, la contemplación  que nos acerca a Dios de una forma considerable. Además, en este campamento, podemos apreciar el espectáculo de la naturaleza sin alteraciones humanas; recuerdo las vistas de unas de las marchas como las más bellas que he tenido la suerte de contemplar.



Tampoco podre olvidar nunca la segunda parada, el Camino de Santiago. Qué decir de esa experiencia, simplemente maravillosa. Es imposible describir la emoción creciente por ver cómo te acercas a la catedral de Santiago después de días de caminatas, esfuerzo y cansancio. Pero no solo es importante la llegada, a lo largo del camino tienes la oportunidad de conocer personas que marcaran tu vida, de reflexionar y meditar en ti mismo y por supuesto de orar. Allí  es donde vi la grandeza de otro valor carmelita: el servicio; eramos un grupo, una familia, y por ello teníamos que llegar todos. Si caías o simplemente estabas agotado, encontrabas una sonrisa y no una sino las manos de todos tus hermanos dispuestos a ayudarte. 



Como última parada, encontré Alarcón, un campamento más convencional pero igualmente constructivo ya que durante dos semanas se trabaja en aprender valores cristianos de la persona a través de juegos, gymcanas y reflexiones de grupo. Es en esta parada donde más he podido apreciar el último valor carmelita: la fraternidad, la cual ya había observado pero que en ese momento me llenó de pleno. Aunque me repita, volveré a decir lo increible que es la unión entre los hermanos de JuCar, el grado y la rapidez de aceptación que existe y como un completo desconocido puede, en unos días,  llegar a ser una de las personas mas importantes de tu vida. 


Doy por concluido mi paso como adolescente por Region Ibérica, y no podría hacerlo de otra forma que dando gracias a Dios, por tener la posibilidad de ir a estos campamentos, por la paz y la unión que se respiran entre los miembros de esta familia y por sacar lo mejor de nosotros. A los que venís detrás os animo a vivir como yo, esta experiencia. Y a todos los demás os doy gracias, porque siempre seremos JUCAR.

Daniel del Hoyo
Jucar Begoña

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