jueves, 5 de diciembre de 2013

HACER MEMORIA



En la sabiduría bíblica, la “memoria” no está orientada al pasado, sino proyectada hacia el futuro. Hacer memoria del pasado no es contar algo que fue y se perdió, sino vivir en el presente un acontecimiento de vida que abre  caminos nuevos. La memoria se convierte así en un proyecto de vida. Me han pedido que escriba “algo” sobre el pasado, el presente y el futuro de JuCar y me gustaría hacer mía esta experiencia bíblica, en cuanto que el objetivo principal de este proyecto pastoral juvenil, que es JuCar, ha sido, desde su origen facilitar el encuentro de la persona con el acontecimiento fundamental de nuestra vida: Jesucristo.
JuCar nació como respuesta a una doble situación. Primeramente, como deseo de dar una continuidad a la pastoral juvenil que se desarrollaba en las diversas comunidades de la Provincia Bética  y que se veía “tocada” cuando la persona que la animaba era destinada a otra comunidad: ¿cómo asegurar la pastoral con jóvenes más allá de la creatividad de una persona o los carismas personales de animación y liderazgo de cada uno? En segundo lugar, creo recordar que también surgió como necesidad de coordinar toda la pastoral juvenil de la Provincia bajo una identidad concreta que permitiera crear lazos comunes de pertenencia y de referencia: en cuanto carmelitas, ¿por qué no crear una estructura pastoral que, en comunión con la pastoral juvenil de la Iglesia, nos permita trabajar desde lo que somos y tenemos? Así surgió el boceto de un proyecto catecumenal, la asignación de un nombre que nos identificara, la edición de un Boletín para compartir experiencias y el deseo de servir a los jóvenes desde nuestra identidad humana, cristiana y carmelita.
La idea se arraigó con fuerza entre nosotros. Poco a poco, aquel boceto tomó forma y se fue extendiendo en todas las comunidades en las que se trabajaba la pastoral juvenil, especialmente en los Colegios y en algunas Parroquias. Pronto llegaron también las Primeras Pascuas Juveniles, las convivencias intercomunitarias y los primeros encuentros de monitores; desde un principio se tuvo claro que los animadores de los diferentes grupos tenían que estar los suficientemente preparados para animar en los tres niveles de nuestra identidad a los adolescentes y jóvenes que integraban JuCar.
Hoy en día, Jucar es una realidad consolidada en muchas de las comunidades carmelitas de España, tanto de religiosos como de religiosas. Los jóvenes con los que trabajamos se sienten parte de una gran familia y así lo manifiestan en las múltiples ocasiones en que se reúnen para celebrar la fe, compartir el ocio y formarse en los valores que definen nuestra presencia en la Iglesia. JuCar trabaja muy bien en la Región Ibérica Carmelita. La red de amistades, de objetivos, de  valores y de misiones compartidas se ha hecho mucho más fuerte. Las diferentes actividades anuales, programadas y preparadas con mimo por los diferentes responsables, lo han hecho posible: Pascuas Juveniles, campamentos de verano, peregrinación a Santiago, experiencias de voluntariado y de misión, participación en actividades solidarias,… Sin duda que la JMJ en Madrid, fue un estímulo positivo en este sentido: rezar a Dios en torno al Icono de Nuestra Señora de la Esperanza y hacerlo junto a otros jóvenes carmelitas del mundo entero fue para todos nosotros una inyección de optimismo y de ilusión. Comprendimos que no estábamos solos y que otro mundo era posible si lo mirábamos y lo amábamos con criterios de Dios.
De cara al futuro, me gustaría que JuCar continuara  sirviendo a la misión de la Iglesia desde el servicio a los jóvenes y desde nuestra identidad carmelita. Convencidos de que “este camino es santo y bueno”, queremos caminar por él e invitar a otros para que nos acompañen. Este camino es Cristo y conduce a Cristo. Nuestra razón de ser se perdería si este objetivo se desvía o se nubla en nuestro quehacer pastoral con los jóvenes. En comunión con la Iglesia, queremos servir al hombre de hoy y construir el Reino de Dios desde nuestro carisma carmelita. En este sentido, y como retos que tenemos que continuar afrontando, sugiero lo siguiente:
·         Escuchar a los jóvenes para saber responder a sus demandas, ofreciéndoles un espacio propio.
·         Trabajar en comunión con la Pastoral de la Iglesia: no somos islas ni trabajamos sin referencias.
·         Cuidar la formación de nuestros monitores para que puedan acompañar con alegría y  coherencia a los diferentes grupos de niños, adolescentes y jóvenes. Tenemos que saber “hablar en cristiano”, con palabras y estilo de vida elocuente.
·         Seguir potenciando, por parte de todos, el sentido de pertenencia a la familia carmelita.
·         Diseñar experiencias nuevas de comunidad para aquellos jóvenes mayores que terminan el catecumenado JuCar y desean continuar viviendo su fe en la Iglesia y en el Carmelo: espacios de oración, de fraternidad y de servicio.
·         Continuar desarrollando encuentros de reflexión, formación y voluntariado para los monitores y los miembros de los diferentes grupos.
·         No disociar la Pastoral Vocacional de la Pastoral Juvenil que desarrollamos. Sin duda que la semilla vocacional arraiga mucho mejor cuando se siembra en “un terreno” convenientemente preparado.
Todo fin es un comienzo. Es mucho lo que nos queda por hacer y la tarea nos aguarda. JuCar sigue siendo un camino de vida que, aunque en circunstancias y en situaciones distintas, desea continuar latiendo con el mismo ritmo de  vitalidad evangélica.  Termino con otra frase de la Regla carmelita: “si alguno…hiciera algo más, el mismo Señor, cuando vuelva, se lo recompensará”. ¡Sin duda!
Ánimo a todos los que habéis hecho posible esta realidad. Gracias a los que os habéis tomado en serio la celebración de estos 25 años. Dios os pagará con creces tanta generosidad. ¡Seguimos en camino!
Paco Daza Valverde, O.Carm

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