Ante la propuesta de escribir mis vivencias y
recuerdos en el 25 aniversario de los grupos JuCar, se me vienen a la cabeza
infinidad de momentos, lugares y personas que de una manera inimaginable han
dejado una profundísima huella en mi, además de haber contribuido a formarme
como persona y cristiano fundamentalmente y me ayudan a diario en las demás
facetas que la vida me ofrece como, padre, hermano, hijo, amigo, empleado, etc.
La Parroquia, el Colegio, los viernes de grupo,
Verbenas, Eucaristías, Convivencias, Pascuas, Oraciones, Vigilias, Camino de
Santiago, Comunidad Carmelita, Formación de Monitores; Begoña, Misterios,
Osuna, Villareal, Los Molinos, Antequera, Hinojosa, Los Maristas, la Diócesis.
Cuantos recuerdos tan maravillosos en una amplia etapa de mi vida, de la que siempre digo que aún no ha
concluido y espero que no concluya nunca, ya que creo que ser JuCar significa, estar unido a la familia Carmelita
para toda la vida.
Creo que era el año 1992, estando en 8º de E.G.B, cuando, tras una
invitación del P. Paco Daza, decidí acercarme al grupo JuCar. La primera época,
en la que buscaba experiencias diferentes, jugar, pasármelo bien como cualquier
niño, me sirvió para que mis monitores de aquella época, fueran poco a poco
sembrando en mí una semilla que fue
creciendo y que creo que fue dando un gran fruto. Pronto decidí que no quería
simplemente participar de los grupos, creía que debía hacer más, y es entonces
cuando se abrió ante mí la posibilidad de empezar a sembrar. Se despertó en mí
además una duda Vocacional que las convivencias de verano en Osuna me ayudaron a interpretar y esta se
dirigió a entender mi apuesta por el Evangelio y por el Carmelo como una apuesta por el prójimo, y que esta
apuesta, debe estar vinculada a la Comunidad, la Parroquia, la Diócesis y por
supuesto la Orden, independientemente si
es cómo sacerdote, fraile o laico.
Ya como monitor y sin dejar de pertenecer a mi grupo, pude
participar de innumerables encuentros con otros grupos, teniendo un especial
recuerdo para las convivencias de los Molinos que junto a los grupos de
Misterios hacíamos cada año, la Formación de Monitores y las Pascuas en Osuna
con aquellas interminables y lacrimógenas vigilias, en las que me sentía muy
feliz; las vueltas en autobús y las mil anécdotas y, por que no, también
travesuras, que contar.
Poco a poco me fui implicado en más actividades, preparando
encuentros, Oraciones, Verbenas, Pascuas, etc. Y de una manera especial me
impliqué en la preparación de la Eucaristía dominical, sin duda, esta tarea,
junto a lo vivido en mi propio grupo, ha sido de lo más enriquecedor y de lo
que tengo un especial recuerdo. Esta labor a su vez, me llevó a implicarme de una manera más activa
en la propia Parroquia, participando en el consejo parroquial y acercándome
mucho al trabajo diario que los frailes tenían, pudiendo compartir con ellos
mucho de su día a día y conociendo a personas excepcionales, que sin participar
de los grupos JuCar, pudieron aportarme una experiencia al servicio de Dios y
de la Iglesia maravillosa.
Llegó un momento en nuestro grupo, guiados por nuestros monitores,
en el que vimos la necesidad de dar un paso mas firme de compromiso en la vivencia
de la fe y decidimos formar una Comunidad de Jóvenes Carmelitas, partimos de la
regla que utilizan los frailes, secularizándola y adaptándola a un proyecto,
que nació con mucha fuerza y entusiasmo pero que, lamentablemente y por
diversas circunstancias, no duró muchos años, sinceramente, esa disolución,
pudo ser mi momento más triste dentro de los grupos.
Poco a poco, la vida me abrió caminos diversos, cambié de barrio,
me entraron dudas y miedos, la pereza me pudo y cuando quise reaccionar, algo
había cambiado en mi, sentía la necesidad de utilizar todo lo que había
recibido durante todos estos años en los grupos, de una manera diferente,
estaba formando una familia nueva y de lo que estaba seguro es que quería que
Jesús y la Virgen María fueran pilares de esta familia, quería experimentar el
vivir la fe en una “micro-comunidad” familiar, irles transmitiendo mi
experiencia y que sin prisa, poco a poco, fuéramos juntos encontrando de nuevo
el camino de la fe; a través de la Oración espontánea, la participación anónima
de la Eucaristía, pero sin olvidar nuestra singularidad como carmelitas y
siendo conscientes de lo importante que es seguir construyendo día a día el
Reino de Dios en la tierra, en comunidad con el resto de la Iglesia.
Desde aquí felicito a toda la comunidad JuCar por estos 25 años de
“siembra” y de “recogida”, 25 años en los que se ha trabajado para formar
verdaderos cristianos comprometidos con el proyecto de Jesús, 25 años que deseo
hayan servido como preámbulo de un proyecto de vivencia de la Fe en comunidad
al servicio del Evangelio.
Mucho tengo que agradecer a JuCar de lo que soy hoy, la fe que
tengo, mi convicción de la importancia en la construcción del Reino, mis
mejores amigos, en definitiva, estoy seguro que el Señor se sirvió de las manos
de muchos de vosotros para hacerme tal y como soy.
Por último, no puedo dejar pasar la oportunidad que me brinda este
blog para dar públicas y sinceras gracias a todos los que habéis compartido
conmigo este largo camino y en especial a mis monitores, a los sacerdotes con
los que he podido trabajar codo con codo, a mis hermanos de comunidad y a todos
a los que, en algún momento, os habéis unido junto a mi en oración.
Os animo a todos a seguir trabajando por este proyecto
maravilloso, que los más jóvenes sigan aportando savia nueva, los veteranos
sigáis dando esa visión sosegada que os da la experiencia, sacerdotes hagáis
valer todo este trabajo en cada Parroquia o Colegio y juntos, unidos en Jesús,
sigamos apostando “por un mundo nuevo, un reino de vida y de verdad donde en el
servicio a los hermanos, encontremos fuerzas para andar”.
Juan Higueras González