Hola, soy Laura de Antequera, una
chica que descubrió muchas cosas, gracias a Jucar y que salió corriendo de otro
grupo de catequesis, asustada de lo que me podía esperar, ya que en este otro
grupo la chicas que habían culminado todas la etapas eran religiosas y eso era
mucho para mi. Claro hoy me río, si Jesús me hubiera querido para eso no me
hubiera librado, je, je, je, pero mi camino seria otro…
Unas de mis queridas niñas, Maria
Ramírez de Jucar de Antequera, me envió un correo donde se pedía el testimonio
de vivencias de Jucar. Me dijo que yo era de la época Jurasica, je, je, je, y es
verdad, ha llovido mucho y os aseguro que me emociona mucho poder contar mis
vivencias y las inquietudes que sentí en aquel tiempo que me han marcado mi
vida y mi carácter.
A este grupo Jucar me presentó mi
gran amigo José Juan, que me conocía. Yo nunca había pisado el colegio de los
Carmelitas, curioso porque estaba al lado de mi colegio y me imagino que en
aquellos tiempos era solo de chicos y eso era mucho. Yo como cualquier joven de
esta edad estaba buscando mi sitio, algo que me llenara, algo que me hiciera
sentir y encontrar mi camino.
Recuerdo que este amigo me llevó
a mi primera convivencia de Jucar (ya había estado en otras pero nunca con los Carmelitas
como cariñosamente los llamamos aquí). Me puse mis peores galas, recuerdo unos pantalones
súper viejos y los rompí por todos lados y dos trenzas (hoy día eso no llamaría
la atención, pero de verdad que aquellos tiempos mucho, y mas donde iba). Necesitaba
que me aceptaran tal y como era, con todos mis defectos, y no les importara mi
aspecto, solo mi corazón. Recuerdo que solo tenía 15 años, era mi manera de
revelarme… Pues bien, todos me acogieron con los brazos abiertos, tanto
religiosos, como fray y de los compañeros, en mayoría chicos y minoría chicas, también.
Me hicieron sentir en familia, les dio igual mi aspecto, mis formas y me dieron
toda la libertad del mundo para expresarme. Creo que habría más de 30 personas
y contar quien era Jesús para mí… hacia mucho tiempo que no me sentía tan libre
y tan Yo.
Pues en los siguientes meses,
igual de bien recuerdo, que empecé con Fray Antonio, que le tengo un cariño
inmenso y es un hombre grande, luego como Padre Antonio, y también con Padre
Fernando. Ellos fueron mis catequistas, lo mejor de lo mejor.
Posteriormente, Padre Fernando
fue enviado a Madrid y quien se quedó más cargo de nosotros fue Padre Antonio.
Este hombre ha sido mi Maestro y mi gran amigo, sin él jamás podría haber tenido
la friolera de ser catequista durante 10 años. Me sentía con la obligación de
devolver todo el bien que ellos me hicieron a mi y me enseñaron. Por mis
obligaciones laborales y al ser mamá, no dispongo el tiempo que antes tenía
pero me llena de orgullo ver que mis niños y niñas están hora como yo hice,
devolviendo todo lo que yo una vez repartí, igual que me hicieron a mí.
Una de las Pascuas viajamos a Madrid,
sobre el año 1994, ufff… como ha pasado el tiempo… Recuerdo que tenía si a caso
unos 17 años recién cumplidos, estaba en formación Profesional en la rama
sanitaria. Pues allí que fuimos después de convencer a mis padres, pues antes
no se viajaba con la libertad que ahora tenéis, aunque tampoco tuve problemas
con mis padres, pues les pareció bien.
Todo fue una experiencia tras
otra, todas muy positivas, recuerdo, las lentejas pegadas, je, je, je, las
torrijas exquisitas, las literas… que claro, apenas se duerme, je, je, je… y
las duchas muy, muy, frías en la sierra madrileña (mira que aquí en Antequera
tenemos frío pero allí fue total, pues recuerdo que ni me resfríe).
Quiero contar una de las anécdotas
que me marcó: Fue increíble sentir a Jesús tan cerca y aquellas vigilias, que
aún todavía después de casi 20 años todavía las llevo en mi alma, y aquellos
compañeros y compañeras que todos juntos vivimos de verdad. Y nos no hizo falta
ni drogas, ni botellón. Os aseguro que más intenso no pudo ser. Cuando ya estábamos
casi por volver nos dejaron bajar al pueblito de abajo, (había que bajar una
cuesta enorme por donde teníamos que llevar las maletas para coger el autobús)
Pues íbamos un grupo para abajo y de repente nos encontramos una chica tirada
en la cuneta, con su novio. Tendría mi edad. Ella estaba inconsciente y el muy nervioso.
Recuerdo que hicieron un corro alrededor para ver que ocurría, y yo como era más
bajita no veía. Por fin tuve un claro y me puse delante de todos mis compañeros,
nadie sabía que hacer. Recuerdo que le gritaba: ¡VIOLETA, VIOLETA¡ Habían
acampado en la sierra y había bebido mucho, (hoy pienso que era un coma etílico),
y en medio de la nada el chico la había acercado a la cuneta arrastrándola casi
de donde estaban acampados. Entones me adelanté y me puse de rodillas a su lado.
Me di cuenta que tenía el pulso muy débil, que apenas respiraba, la puse
postura de seguridad y comencé a hacer la R.C.P básica, mientras unos de mis compañeros fue
a un restaurante a llamar una ambulancia (entones no teníamos ni móvil ni
internet, imaginaros).
Así estuve hasta que apareció la ambulancia.
Recuerdo que los minutos eran horas que a pesar del frió, de la poca luz, de la
incomodidad de estar de rodillas y de llevar varias noches sin dormir no me
cansé. Estuve hasta que llegó la ambulancia. Hoy pienso que mi Jesús me dio
tanta fuerza y tanto valor que sin Él jamás lo hubiera conseguido. Cuando
llegaron los profesionales de la ambulancia, ella ya estaba consciente y ellos
terminaron de estabilizarla y se la llevaron. Yo no pensé que había realizado
nada en especial. Mi profesión hoy día es la sanidad. Por aquellas épocas era
solo estudiante y en los exámenes solían preguntar esas cosas y me pareció muy
normal actuar de aquella manera, era mi obligación. Me comentaron mis
compañeros que algunos estaban en primero de medicina pero el miedo los paralizo.
Yo sigo pensado que la fuerza me vino como les vino a los Apóstoles, del Espíritu
Santo, que hicieron cosas increíbles con la fuerza de su Maestro.
Este hecho me reafirmó más en lo
que me quería dedicar, qué quería hacer con mi vida. Me hizo madurar y
reflexionar mucho. Hoy adoro mi profesión y no me canso de escuchar a los
enfermos, a los desvalidos, a nuestros abuelos, por eso me reía al principio
donde decía que no quería ser religiosa, yo tenía otro camino escrito para mí y
me fie de El.
Hoy día en mi ciudad, muchos de
los que fuimos a esa pascua y estuvimos juntos en Jucar, la mayoría por motivos
laborales, no seguimos pero pertenecemos a Cofradías de pasión y gloria (ya sabéis
que aquí en Andalucía vivimos la fe y la catequesis con nuestras sagradas
imágenes). Pues bien, yo sigo mi vida seglar de esta forma, jamás lo he dejado
porque a pesar de que no está de moda ser cristiano ni creer en la iglesia, aún
quedamos raros para el resto del mundo que luchamos por lo que creemos. Tengo
una hija con 16 meses y se ha pasado mas tiempo tomando lactancia materna en
sacristías y entre incienso, que no se qué pensará de sus padres cuando sea
mayor …
En fin, con mi vivencias y muchas
más que tengo, he querido homenajear a Jucar y a todas las personas que he
conocido y me han aportado tanto en mi vida, y sobre todo al Padre Antonio,
Carmelita, que lleva en Antequera tantos años y tanto me ha aportado como amigo
y el que me ha formado como catequista y sigue con el pie junto al cañón…
Laura Pérez Fernández.
Jucar Antequera