Anoche
estando casi dormida, me llegó un mensaje “¿quieres
escribir algo sobre tu paso por Jucar?”, a pesar de estar adormilada mi
corazón se aceleró y desde entonces no ha dejado de latir con fuerza por todos
los recuerdos de aquellos años tan lejanos en el tiempo pero tan cercanos en mi
memoria y en mi corazón.
Supongo que el movimiento seguirá porque
la verdad es que le he perdido un poco la pista, sobre todo porque aquí, en
Osuna, mi pueblo, de momento todo acabó.
¿Cuándo entró Jucar en mi vida?...no
recuerdo exactamente la fecha, pero si el lugar y el momento en que todo
comenzó. Fue un domingo, en misa de una, en la iglesia del Carmen donde solía
ir a escuchar la Eucaristía
con mi familia, cuando el Padre Medina nos invitó a una misa para jóvenes, en
la cual podríamos participar más activamente. Me pareció genial y el domingo
siguiente allí estábamos mi hermana Isa y yo. Aún recuerdo cuando Medina nos
animaba a hablar y tiraba de mí, como de una marioneta, hasta el punto de que
yo, la persona más tímida de Osuna, de pronto, estaba allí, en el atril y con
mi voz entrecortada, dejaba hablar a mi corazón. ¡Gracias José Ramón!
No se cuánto tiempo pasó para que se
formara un pequeño, pero sólido grupito, que después de aquellas misas, nos comprometimos
dando un paso más y formando una pequeña comunidad de jóvenes (Mari Carmen
Delgado, Adolfo, Inés, Ana Mª, Mercedes, José y Mirian Arregui, Gustavo, Chema,
mi hermana Isa y yo), que nos reuníamos una vez por semana con el padre Medina.
Pero claro, lo bueno dura poco y vino su
traslado a Madrid.
¡No es justo!, pensamos, cuando nos empezábamos a llenar de Dios,
cuando entusiasmados nos planteábamos seguir avanzando, nos quedamos un poco
huérfanos, pero la puerta no se cerró del todo y nos ofrecieron poder continuar
con Paco Zambrano.
La verdad es que cuesta. Cuando quieres a
alguien tanto y te ha llenado de una forma tan especial supone un esfuerzo aceptar
un cambio, pero poco a poco nos fuimos amoldando al nuevo “maestro” y seguimos
caminando con su ayuda. ¡Gracias, Paco!
Lo mejor de todo era que ya podíamos
participar en esas Pascuas que yo había podido ver que se celebraban en El
Carmen, pero a las que nadie antes me había invitado.
Añoro aquel jueves Santo cuando
empezaron a llegar chicos y chicas de Antequera, de Madrid, de Sevilla…¡cuánto
entusiasmo, cuantas ganas de compartir la fe, cómo vivír mi primera Semana
Santa verdaderamente cristiana!, cuando el domingo, cada uno partió hacia sus
destinos, sentía tal euforia que me comía el mundo, fue como una inyección de
amor y de alegría de vivir que me llevé a mi trabajo, a mi casa, a la calle.
Allí conocí a Loli, con la que me
identifiqué bastante, porque aunque era más pequeña que yo, era la que más se
acercaba a mi edad, ya que, aunque antes no lo he dicho yo siempre he sido, sin
contar a los sacerdotes, la mayor del grupo de Osuna, a Beatriz, a Juan, a Guti
(de Antequera), a mi querido David del Carpio (ahora sacerdote, ¿quien lo diría?
¡Con lo pillo que era!) ... También recuerdo especialmente al Padre Fernando,
al Padre Antonio de Antequera, a Paco Daza, a Pablo y a los entonces
seminaristas, Miguel Ángel, Jorge, Antonio, Elías…no sé, me da pena de no
acordarme de los nombres de todo el mundo, pero lo que nunca podré olvidar son
los rostros de dolor a veces, de entusiasmo y amor casi siempre de toda aquella
variopinta juventud que celebramos juntos la Pascua y Resurrección de Jesús.
Pascuas fueron muchas a las que
afortunadamente pude asistir, mi corazón está lleno de grandes momentos, de adoración de la cruz en el convento de las
Madres Carmelitas, de la celebración del Amor fraterno en el Colegio de Madre
Carmen, del Via Crucis en Las Canteras, con el solano de Osuna acompañándonos,
o de aquel Sábado Santo en el convento de la Concepción, en el que,
mi querida Bea de Madrid hizo el papel de María, eso es algo que nunca en mi
vida podré olvidar, lloré como una niña, porque veía a la Madre de Jesús aquella
mañana, ahí mismo, a mi lado. Y sobre todo de aquellos momentos de la
preparación de la Pascua,
el sábado por la tarde con la culminación de la gran noche, donde ya de
madrugada celebrábamos la resurrección…
Sin embargo, la vida sigue y siempre que
crees que ya has superado algo, llega otra cosa y te lo desmonta todo, y es que
cuando nuestro grupo iba tomando forma, cuando de verdad nos encontramos con
fuerzas de formar a gente nueva, nos vuelven a dejar sin capitán.
Entonces y no sé cómo exactamente, Dios nos
hizo otro regalo, una nueva guía para el grupo y una gran amiga para mí. Sin
menospreciar para nada todo lo anterior, pero creo que ésta fue la época más próspera
de Jucar Osuna. Nos reuníamos con María Dolores, una jovial y alegre madrileña
que había decidido hacía ya unos años, seguir la llamada de Dios, entrando a
formar parte de un convento de clausura en nuestro pueblito sevillano, ella,
Madre concepcionista, nos dedicó muchas horas de su vida, sin olvidar sus responsabilidades
con sus hermanas, y nos transmitió todo su entusiasmo creando un gran grupo que
a su vez se preparó para formar a otros en los buenos valores de la vida. No
quiero que se me olvide nadie: María, Patricia, Almudena, Rocío, Inma, Pamela,
Mari Carmen y Sergio, Inés, Ana Mª, Beatriz, Ana y Cabello, Alicia y China,
Susana, Gustavo… y mi querido Chema, todo un padrazo ahora, al que tanto quiero
y con el que recuerdo haber estado unida durante todo mi paso por Jucar. ¡Gracias, Mª Dolores, por enseñarme a mostrarme tal
como soy ante los demás y por darme fuerzas para seguir siempre adelante!
En aquella época de bonanza pasé a ser
responsable del grupo e incluso tuve que ir varias veces a Madrid para algunas
reuniones, siempre acompañada de mi amigo del alma, José Mª. ¡Gracias, Chema,
siempre te he sentido muy cerca!
La verdad es que también Mª Dolores nos
tuvo que dejar y yo pasé a tener un poco más de responsabilidad, con lo cual todo era más difícil, teniendo en cuenta que
me hacía mayor y que tenía que compartir todo esto con mi pareja, con mi
trabajo, a veces lejos del pueblo,… pero seguí apostando por Jucar porque
seguía recibiendo mucho en las Pascuas y en algunas reuniones de monitores de
verano y sobre todo porque tenía a mi alrededor un grupo de gente muy especial
que eran el pilar fundamental.
Pero…siempre hay un pero… y es que la vida
continúa para todos y gracias a Dios para bien, casi siempre, y el grupo se fue
haciendo mayor y después de acabar los estudios vinieron los trabajos, a veces
lejos, y después las bodas y los niños y… ojala pronto venga otro ángel que
pueda continuar llevando la buena noticia a los jóvenes de Osuna y sacando esos
valores que a veces por simple timidez escondemos tan dentro.
¡Gracias Jucar porque sin vosotros mi vida
se hubiese perdido lo mejor de ella!.
Encarni Montero Domínguez. Jucar Osuna
Encarni.....con q emoción he leído tus palabras, reconozco q sentía un aluvion de recuerdos!!!......cuanto bueno hemos compartido....lo recuerdo y te recuerdo con mucho cariño....seguro q esa semilla q se plantó sigue dando su fruto hoy en jóvenes q siguen viviendo el evangelio con pasión.....Lola Sánchez(Loli)
ResponderEliminarGracias por tus palabras Encarni, me has hecho recordar buenos momentos que he vivido a vuestro lado. Guti.
ResponderEliminarEncarni, ¡¡¡Mil gracias!!!, hasta me has hecho que se me salten las lágrimas.
ResponderEliminarCuantos momentos vividos..., pero me quedo con lo mejor, vuestro recuerdo.
El tiempo nos va moviendo, pero esa espinita, ese trozito, no hay quién nos la quite.
Un beso muy fuerte.
José María (Osuna)
ENCARNI!!!
ResponderEliminarTus palabras han hecho sacar una sonrisa no solo en mi cara sino en mi interior!!Donde la locura de aquel sueño que vivimos se mezcla con el "pillo" que he sido... JEJEJE
Merece la pena ser un poco loco y encontrarte con otros locos por el camino. Los locos que seguimos al más loco. Porque su locura es querer amar sin medida...
Te sigo teniendo mucho cariño, como siempre!!
Besos
Fray David