“Al llegar el día
de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del
cielo un ruido, semejante a un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se
encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se
posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo”.
Hechos 2, 1-11
1. El Espíritu Santo enseñó a los
Apóstoles: Jesús lo había anunciado: “El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Ése les enseñará todo y
les recordará todo lo que yo les he enseñado” (Jn 14,26). Gracias a la ayuda
del Espíritu Santo los apóstoles lograron comprender las enseñanzas de Jesús.
Hoy también, gracias a Él la Iglesia goza de una ayuda especial para enseñar
siempre, y en todas partes, la verdadera doctrina de Jesucristo. Y gracias
también a Él, nosotros los cristianos podemos comprender mejor las cosas de la
fe; él nos ilumina para entender y dar razones sobre nuestra fe; nos capacita
para saber discernir.
2. El Espíritu
Santo santifica, en el bautismo él nos hace nacer a una vida nueva, y formar una nueva
familia; es decir por su acción nos llenamos de la gracia, nos hace ser y
vivir como hijos de Dios y poder llamar a Dios “Padre”. Al ser hijos de Dios
podemos gozar de los bienes y regalos divinos. Gracias a Él podemos convivir
como hermanos dentro de la vida comunitaria.
3. El Espíritu Santo fortaleció a los Apóstoles para ser sus
testigos en la comunidad, así lo aseguró Jesús a sus apóstoles, diciéndoles que
cuando viniera el Espíritu Santo, ellos darían
testimonio de Él (Jn 15,26-27). Y así fue, los apóstoles que estaban tristes y
temerosos por la muerte de Jesús, cuando reciben el Espíritu Santo se llenan de
fortaleza y valentía y salen anunciar el Evangelio; esto lo hacen ante sus
amigos y hermanos; así como tu y yo estamos llamados a hacerlo en nuestra
comunidad. También hoy el Espíritu Santo nos ayuda a vivir como discípulos de
Jesucristo y a dar testimonio de Él.
Aquí me tienes, Señor, a la escucha de tu voz, tu Espíritu inunda siempre
mi corazón.
ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
25 AÑOS JUCAR EN LA PROV. BÉTICA
¡Oh, Señor, todo lo que tú haces está bien!
Te damos las gracias por el camino que hemos
recorrido juntos, durante estos 25 años vividos.
Saliste a nuestro encuentro y tu presencia nos
impulsó a caminar en esperanza.
Has sido para nosotros, a la vez, el camino y el
compañero de camino: ¡cuántos rostros, sueños, sonrisas, miradas, gestos,
momentos de oración y compromisos te han
hecho presente en nuestra vida y nos han hablado de Ti!
Tú has sido el principio y el fin de cada jornada,
de cada encuentro, de cada curso y celebración.
Tú, la razón de nuestra vida y el motor de nuestra
historia, continúas abriéndonos horizontes nuevos de entusiasmo y generosidad.
Gracias por habernos llamado al Carmelo y habernos
hecho parte de esta gran familia.
Queremos vivir nuestra fe en comunión con la
Iglesia y al servicio del Reino de Dios.
Tu Madre, la Virgen del Carmen, nos ha acompañado
en todo momento y ha velado por cada uno de nosotros. Como ella, deseamos hacer
siempre tu voluntad y, así, comunicarte al mundo para que, los que no te
conocen, te conozcan, los que se hayan alejado de ti se acerquen con alegría y
los que viven sin esperanza encuentren en tu Evangelio la razón y el fundamento
de sus vidas.
¡Gracias, Señor…!
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