A los
miles y miles de jóvenes que se consideran
miembros de JuCar, -que a lo largo de tantos años han vivido y se han
sentido carmelitas,- todos ellos se han ido incorporando al mercado del
trabajo, han formado sus propias familias y viven felices con un gran recuerdo
de sus años compartidos en nuestra
gran familia carmelita.
Quiero
recordar a todos aquellos que no se han enterado todavía que
estamos celebrando el 25 aniversario,
pero que les gustaría compartir sus experiencias y participar en la
medida de sus posibilidades en los actos de este acontecimiento. Les animo a
hacerlo regalándonos sus experiencias.
No es fácil
hacer un elenco de estos años vivimos con tantos
monitores, jóvenes y adolescentes que
con ilusión convivieron en amistad. ¿Cómo
olvidar las convivencias, las oraciones participativas, las eucarísticas
llenas de vida y cómo no mencionar las
Pascuas vividas en distintos sitios? Todas ellas llenas de ilusión,
vivencia humana y religiosa, participativas cien por cien hasta altas horas de
la mañana, pero no importaba porque en ellas se plasmaba un
poco de nuestra vida.
Recuerdo
las primeras convivencias en nuestra casa de Los Molinos. Acostumbrados a las
casas con muchas habitaciones, campo de fútbol y un gran frontón,
nuestra casa parecía pequeña y con
pocas posibilidades para realizar tantas actividades. Las caras de los chicos
eran un poema, parecían decirnos, ¿esto nos
ofrecéis? ¿Dónde está el
campo de fútbol, el súper
frontón, la gran capilla...? mira, vámonos a
casa que esto no es lo que nos prometisteis. Fue transcurriendo el día con
dinámicas, oraciones, reflexiones y todo fue normalizándose.
Después de comer ya se habían olvidado y estaban
felices, porque la casa era suya y tenía grandes posibilidades
para la convivencia. No os quiero decir como fue la noche, los monitores sin
poder dormir y ellos disfrutando con sus juegos y sus charlas interminables,
noches para no olvidar, noches para recordar.
Me
resulta difícil nombrar a todos los
monitores que dieron lo mejor de ellos para hacer felices a tantos adolescentes
y jóvenes que han pasado por JuCar. Pero mi agradecimiento
sincero por su trabajo abnegado y su gran aportación al
proyecto JuCar.
Si las
paredes de nuestras casas hablaran... cuantas historias bonitas nos narrarían y
todas distintas..., tantas personas que han encontrado a Jesús en sus
vidas, que han hecho amigos para siempre y además consideraban a sus
monitores compañeros entrañables
con los que descubrieron los grandes valores que les ofrecía la
vida.
Pero no
todo han sido alegrías, también hemos
vivido momentos difíciles, muchas noches sin
dormir, frío, cansancio acumulado,
enfados sin trascendencia,... Pero todo se superaba porque teníamos el
punto de mira en Aquél que nos convoca siempre.
Repito
de nuevo nuestro agradecimiento a estos jóvenes por habernos enseñado a
vivir maravillosos acontecimientos y que han calado en nuestras vidas.
Y, por último,
gracias a los organizadores por permitirme esta pequeña
reflexión.
Pablo Herrasti, carmelita.
.
Gracias por hablarnos de la que es nuestra casa y hacernos recordar miles de experiencias allí vividas.
ResponderEliminarUn abrazo
PATRICIA